lunes, 19 de julio de 2010

Mi papá está loco e' bola

Mi padre es un personaje digno de inmortalización, así de simple. Pese a no vivir con él desde los 4 años de edad a causa de circunstancias harto conocidas en la peculiar sociedad matriarcal venezolana, donde la madre ejerce ambos roles desde el mismo inicio de la vida del niño, de mi parte nunca he dejado de compartir o tener contacto permanentemente con él. Es un hombre bondadoso, justo, afectivo, honesto, equitativo, profeta de valores que inclusive yo he interiorizado para mi modo de vivir y actuar. No puedo sino expresar el inmenso amor, cariño y estima que obviamente le tengo por, pese a todo, ser mi padre. Como quien dice, la sangre llama, y el es un buen hombre.

Pese a ello, y ahora que hago una revisión rerospectiva del asunto, me he puesto a analizar las causas del por qué siempre he rechazado cualquier alternativa que implicara volver a vivir con él. No pude sino llegar a la simple e irreversible conclusión que titula  a este artículo-reflexión: mi papá hace rato que se voló ciertos tornillos, esos que permiten discernir, temer, cagarse, saber cuando se está en peligro, etcetera etcetera etcetera.

"Temoso" es el típico calificativo que suele emplearse para calificar a este tipo de personas, pero mi señor padre simplemente rompe el arquetipo de este término: el carajo va mas allá, es de esos tipos que dificilmente vas a encontrar para tener el tema de conversación mas letánico e insufrible de tu vida, y también es uno de esos pocos carajos con los que no vas a querer pelear jamas de los jamases, riesgo de llevar la ración de la torta.

Vamos por partes ( o episodios extraidos con pinzas del por qué de todo esto):


Sigue leyendo, ya entenderás esta imagen


Mi padre solía conversar con las personas (incluyéndome) haciendo paréntesis en la conversación (es decir, interrumpiéndote) para corregir los términos que mal emplearas y a la vez hacerte saber lo mal que usas el lenguaje y lo precario y limitado de tu oratoria. Obviamente, no terminabas nunca de contarle media mierda por la arrechera (disculpen, rabieta) de que te pusieran en un escalafón por debajo del peor ignorante que hasta esa fecha conocías. Y ni se te ocurriera usar alguna muletilla, o una palabra de corte ofensivo o grosero como "vaina", la charla reeducativa podía extenderse hasta 15 minutos.

Muy bien, abandonó muchísimo este hábito (aún lo hace pero con menos vehemencia) y no obstante, tuvo que canalizar esas ganas de joder la paciencia de la forma mas común y mundana que encuentran ciertas personas en la vida para seguir jodiendo a los demás: se hizo evangélico

Desde entonces, visitar a mi papá podía derivar en dos consecuencias inmediatas: una, era salir converso, creyente y con un compromiso firme de asistir todos los domingos a la iglesia, o la otra, era retirarte derrotado, con tus argumentos echados por tierra, con una migraña infernal, producto de 2 o 3 horas de conversación llevada a monologo sobre cuanto Dios, Jesus y toda esa pandilla de anarquistas pateaban culos y resucitaban muertos en la Jerusalen de antaño. Por lo general, mi opción era la segunda expuesta.

A donde quiera que va, mi padre lleva un bate tamaño miniatura. Si, como lo lees, el carajo lleva un bate miniatura astutamente camuflado en una bolsa. Preguntarás para qué. Pues, esta misma pregunta se la han hecho rateros, adictos, huelepegas, pordioseros e inclusive malandros de oficio, de esos que habitan en el centro de Caracas, y que automáticamente se la autoresponden mientras le corren a un señor aparentemente inofensivo que los persigue para volarle la tapa de los sesos o quebrarle las costillas con un palo que hace un minuto no estaba pero que de la nada apareció. Si, así mismo, el muy rufián picapleitos ha hecho correr a decenas de pillos por las adyacencias de la Av. Baralt en el centro de Caracas, a riesgo de perder una costilla o la misma tapa de los sesos a manos de un señor aparentemente decente y tranquilo pero que como Hulk, se convierte en el peor psicótico justiciero en solo fracción de segundos. Los únicos robos que le han podido perpretar, han sido con arma de fuego. Del resto, se las han visto negras. Cabe mencionar en este punto que antes del bate, el arma en cuestión eran unos nunchakus, como los de las tortugas ninjas.

Mi papá tiene un agudo sentido para alimentar y favorecer las relaciones interpersonales, y es por eso que no encuentra mejor hora para realizar una visita que un domingo a las 6:30 de la mañana. Ya eso ha sido causa frecuente de discusión con el viejo, porque vale decir que le parece extraño y de mal gusto que a esa hora yo ( y todo el jodido edificio) estemos durmiendo.

Si alguien conoce la zona industrial de la Yaguara, en Caracas, sabrá que ese es último sitio donde querría encontrarse solo alguien que aprecie su vida, y menos aún de noche.  Puede compararse esta zona con algún escenario post-apocaliptico donde inicia algún juego de guerra de Activision. Pues, mi viejo tuvo las bolas del tamaño de una locomotora, y se quedó solo en ese lugar cuidando su carro accidentado, toda una jodida madrugada. Inclusive, por lo que el mismo me relató, unos policías que pasaron tarde esa noche por allí, luego de constatar que no se trataba de un antisocial, le aseguraron en su propia cara: "mire señor, usted está loco e' bola oyó? suerte..."

Todo se resume en que mi padre, aparentemente, perdió esa glandula que nos hace temer, que nos hace reconocer el peligro y evitarlo. Algún interruptor se le tuvo que haber bajado. Le he reclamado incesantemente esa conducta, pero definitivamente, loro viejo no aprende a hablar.
Sin embargo, estas anecdotas son solo paréntesis en lo que simboliza la gran humanidad y nobleza que representa la persona de mi viejo, un gran hombre, un excelente abogado, creyente de la justicia y de los principios que Ulpiano postulaba en la antigua Grecia: la justicia como el arte de dar a cada uno lo suyo, lo que se merece, lo que se ha ganado y que de plano nadie tiene por qué quitarte. Quizá por eso es así. Mi padre es uno se esos hombres de los cuales si hubieran muchos mas como él, el mundo fuera un poco mejor de lo que es ahora, un poco convulsionado y quizá con conatos de conflictos menores, pero definitivamente mejor.

2 comentarios:

Camilo Ernesto Reyes Rodríguez dijo...

Ver... Me superaste, y yo pensaba que mi viejo era demasiado tostado =P

Anastasia dijo...

Que excelente este post!!