miércoles, 29 de agosto de 2007

Hail Texas: la pena de muerte no es irracional.

“El perdón es entre ellos y Dios, mi trabajo es arreglar la cita” – Denzel Washington en “Man On Fire”


Hoy leyendo la prensa me enteré que para el día de mañana será ejecutado por inyección letal, un fulano Kenneth Foster, acusado de participar en un asesinato premeditado cuando apenas contaba con 20 años de edad. Texas es el único estado de los Estados Unidos donde la pena de muerte es tan legal como es legal en Holanda la prostitución. A simple vista, esto puede causar un estupor tremendo, pero hay veces en la vida en la que no nos debemos dejar llevar por basuras sentimentalistas y subjetivas: lamentándolo mucho, la pena de muerte es bien merecida. En el caso Foster, puede que haya algo de injusticia, puesto que un joven tonto pocas veces sabe en la magnitud de los problemas en los que puede meterse. Pero lamentablemente, la vida no es como “La Milla Verde”, espectacular película que, a pesar de encantarme, disfraza una realidad: todo el que es ejecutado, está pagando por algo que hizo. Si no habrá que preguntarse si Ted Bundy, primer asesino en serie ejecutado en la silla eléctrica, merecía algo de compasión después de haber acabado con la vida de decenas de niñas y mujeres, después de ultrajarlas sádicamente.

Es la ley de la vida, todo lo que aquí se hace, aquí debe pagarse. Basta de pensar que hay una paila de aceite hirviendo en el infierno para alguien que actúa de muy mala fe, y que sufrirá en ella cuando el “Señor” lo considere justo, pues resulta bastante irónico que muchas veces el “Señor”, nuestro Dios, suele tardar bastante en mandar susodicho castigo que de paso, no se sabe a ciencia cierta si ocurre o no. En otras palabras, puede que el asesino, violador, pederasta o criminal, se haya salido impunemente con la suya. Confiar en la justicia divina es un instrumento ciego, un arma de doble filo, es gay, muy gay. El estado de Texas lo sabe, y por eso decidió subirse las mangas de la camisa y facilitarle las cosas al Señor Satanás en el infierno. Alguien debe hacer el trabajo sucio.

Preguntémonos por un momento, y ya trasladándonos a nuestra triste realidad ¿Es lógico considerar los derechos humanos de un criminal con 17 muertos encima, tal y como ocurre en casi todas los países de Latinoamérica? Por supuesto, Venezuela no es una excepción de esto. De hecho considero que es el país mas homosexual a la hora de apretar el alicate contra la injusticia. ¿Es que acaso el criminal consideró los derechos humanos de las personas a las que asesinó? ¿Vale la pena garantizar la vida de individuos que sesgan la vida de una anciana a golpes? (caso real que tristemente leí también en la prensa del día de hoy). Si alguien puede decir que si a esas preguntas, seguramente tenga un familiar que sea el azote del sector donde vive, y comprende y comparte la lógica criminal, morbosa y perturbada de los mismos, por que una mente racional y con cuatro dedos de longitud obviamente respondería que no, que ese ser no merece vivir, que merece que lo corten las bolas y se las pongan en las cavidades oculares antes de volarle la tapa de los sesos con una escopeta. Si hiero susceptibilidades, me sabe a mierda, por que en verdad me pone fúrico y me indigna muchísimo el hecho de que un asesino solamente tenga que pagar 15 años por matar a media cuadra de su barrio. Eso sin mencionar que contamos con el COPP (Código Orgánico Procesal Penal) mas marica de toda la región: establecer una pena máxima de 30 años, es algo absurdo y sin sentido. Camina el concepto de libertad por “haz lo que te de la gana que igual no pagas”.

Si Venezuela aplicara de manera directa la pena de muerte, estoy seguro que no estuviéramos donde estamos: en el Top 10 de los países mas peligrosos del mundo. Y digo de manera directa porque el simple hecho de caer preso en este país, puede ser una experiencia peor que la muerte mas horrible imaginable. Aplicaré lo que he leído en muchas citas de libros y películas a las cárceles venezolanas: los que tienen la mejor suerte, mueren primero. Los criminales en este país encontraron el mejor campo de tiro abierto posible: donde reina la impunidad.

No puedo sino enviar un R.I.P. a la memoria de Kenneth, quien tal vez es inocente de lo que hizo. Tal vez en otra vida se lo piense mejor antes de actuar estúpidamente.

Tranquilamente me limpio el orto con esto.

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